I.
Ya es casi la hora. Estoy deseando bajar para encontrarme con Lily. ¡La estoy echando tanto de menos! Últimamente las cosas han cambiado entre nosotros, aunque no acabo de saber por qué. Paso las noches repasando nuestros últimos encuentros y pensando en si hice algo que la pudo ofender. A veces no puedo contener los sollozos. Martín ya se está preocupando por mí.
¡Ay, Lily! ¡Ojalá supiera cantar para poder expresar todo lo que siento por ti! Mi única ilusión por salir a la calle es volver a encontrarme contigo. Los chicos intentan animarme, incluso me animan para que intente acercarme a Nina (no la conoces, se ha mudado al barrio hace poco) pero yo no disfruto con sus juegos y bromas. Me tengo que conformar con verte pasar desde lejos una y otra vez, cuando lo único que deseo es deshacerme de mis ataduras y correr hacia ti.
Pero ya es casi la hora. Y seguro que hoy vuelve a ser como antes. Me resisto a perder la esperanza. ¡Vamos, Martín! ¡Arréglate rápido, que yo ya no puedo esperar más!
II.
No entiendo esta obsesión que
le ha dado ahora a María con que todos los días tenemos que salir a correr. A
mí me gustaba más cuando sólo paseábamos porque
tenía tiempo para estar con Lucas y los chicos. Ahora tengo que
conformarme con verlos jugar mientras nosotras damos vueltas al parque una y
otra vez.
Y lo peor
es que se cree que para correr también hay que estar divina: toda la ropa tiene
que conjuntar, tiene que salir perfectamente peinada… ¿pero no te das cuenta de
que por mucho que te arregles para salir, vas a volver igual de sudada que
todos los días? Se mira al espejo más veces que cuando sale por la noche. Y
así, claro, se nos hace tardísimo y cuando acabamos de correr ya todos se han
marchado.
No me
extraña que Lucas ya ni me mire. Él prefiere quedarse jugando con los chicos.
Se ve que ni me echa de menos. Sobre todo desde que ha empezado a bajar esa,
que no sé ni cómo se llama… Llegó y a todos se les caía la baba. De los demás
me lo esperaba, pero ver a Lucas mirarla así realmente me dolió. ¡Qué poco
autodominio! ¿Qué somos? ¿Animales?
III.
Si no fuera por Lily, ni me
levantaba del sofá. Sólo quiero hacerme una bolita entre las mantas y
desaparecer. Cada día me cuesta más mantener mis rutinas. Menos mal que la
tengo a ella. Al menos alguien se preocupa por mí y me obliga a mantenerme en
pie.
¡Venga,
María, arriba! ¡Tienes que ser más fuerte! ¡Ponte las zapatillas y a la calle!
Ay… si es que no puedo… Me duele tanto encontrarme con Martín. Desde que rompimos
ha estado tan frío conmigo… Yo pensé que le haría reaccionar, pero se ve que
está encantado de haberse librado de mí. Se comporta como si no me conociera.
Esto de
salir a correr está bien, porque así no tengo que hablar con nadie y no me ha
hecho falta buscar otro parque. Me basta con mi música y el ritmo de mis zancadas
para aislarme del mundo. Pero a cada vuelta le vuelvo a ver y siempre me parece
que me voy a tropezar. Por mucho que me arregle, siempre me siento ridícula
cuando él me mira de reojo. Y mira que estoy intentando bajar más tarde para no
coincidir; ya podía pillar la indirecta y salir él un poco más temprano. Pero,
como siempre, él no se da cuenta de nada. Así nos ha ido.
¡Venga,
Lily, vamos al parque! Si algo bueno tenemos que sacar de todo esto es que al
menos tú te has librado de Lucas. Hay que ver qué perro más pesado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.