jueves, 1 de octubre de 2015

UN RECUERDO BONITO (Ejercicio 3, 28 Obstáculos de amor, Las 36 secuelas dramáticas)

Era una tarde lluviosa de agosto, en mi mes favorito lo conocí, Said mi pretendiente número uno me lo presentó, sin saber que ese momento se convertiría en el rotundo fracaso de su conquista. Pasaron cinco horas, Gibran y yo ya teníamos muchas cosas en común y una era que sentíamos amarnos, era un amor intenso, ardiente y tierno; surgió el primer encuentro, un beso sincero que estremeció todos mis sentimientos y mi cuerpo. Sentía que había descubierto lo que era ser feliz, hasta amé por única vez las matemáticas, sabia que eran exactas, Gibran más Xiomara sumaban uno.
Gibran tenía aspiraciones, él eran las mías. Tres meses después, Gibran conoció a Arella, era inteligente, fea y no le fue indiferente,  pasaron una noche juntos, y me dejó. Viví en carne propia la frase llorar un mar de lágrimas, le supliqué que regresara a mi lado y se negó. Así pasaron los días y un jueves regresó a mi lado.
Todo volvió a ser como al principio, solo recordábamos lo bonito. Ya eran nueve meses de conocernos, empezó el infierno. Ahora ya no era Arella sino Salma. Todas mis fuerzas cayeron y mi refugio era Said y algo más. Pasó un mes, Said sabía que era su oportunidad para conquistarme, lo intentó, y nuevamente fracasó.  En mi mundo de ideas trataba de comprender como Gibran había hecho para olvidarme. Nuevamente regresó y dijo –Xiomara tu eres el amor de mi vida eso jamás no olvides. Nada me importó, regresé a su lado, era el universo contra mi decisión, fui la mujer más tonta del mundo, no podía dejar de admirar esos labios, sonrisa y beso.  Yo seguía dispuesta a recordar solo lo bonito que había pasado entre nosotros, Gibran solo pensaba en ser un gran médico, y yo quería que fuera el médico de mi corazón. Sentía profundamente que el amor y la pasión estaban entre nosotros, yo tenía todo con Gibran, pero Gibran no lo tenía todo conmigo. Con los altibajos en el amor, descuidé mi vida profesional y así la dejé. Gibran me confundía decía que me amaba con todas sus fuerzas pero ya no podía estar conmigo. Comprendí que había algo más fuerte que nuestros sentimientos, estaba cansada, acepté continuar con la decisión de Gibran, terminamos para siempre.
Said no quitó el dedo del renglón, me amó sin que lo amara, le confesé que era adicta a la marihuana, se acostó a mi lado y me ayudó a levantarme. Parecía que ahora yo era Gibran y Said era yo. Said me propuso matrimonio, no era lo que yo había soñado, era mi realidad y dije sí. Gibran se enteró y me pidió que volviera con él, pero en ese momento yo tenía una varita mágica para resistirme a sus encantos y lo ignoré. Para ser sincera, disfruté rechazarlo, ahora yo tenía el control. Desafortunadamente, Said descubrió que ya me había casado, ahora marihuana más Xiomara era igual a uno y me quede como el perro de las dos tortas. Cuando Said se fue de mi vida me dolió mucho porque me sentía sola. Dos años después, nació mi bebé, no puedo negar que la vida me cambió y con un esposo como Alexander, sabía que mi historia podría tener un final feliz. Como cosa del destino, Gibran y yo nos volvimos a encontrar, se veía muy guapo y elegante. Cuando lo saludé deseaba besarlo, ese deseo era bien correspondido, pero sólo hubo un apretón de manos. Al final de esa reunión anoté con mi labial mi número telefónico en su carpeta color azul.  
Alexander y yo empezamos a tener problemas, pues era muy difícil dejar a mi varita mágica. Mi historia es curiosa, lo que más amo en la vida siempre lo pierdo incluyendo a mi bebé, sólo lo puedo ver dos días a la semana.

 – Hola, ¿Xiomara?,
-¿Quién habla?
-Que tal soy Gibran, ¿Cómo estás?
Al escuchar su voz mi cuerpo se estremeció como cuando me besó por primera vez. -Pues estoy viva, ya es ganancia. ¿Tu cómo estás?
-Bien gracias, estoy cerca de nuestro café, te invito a tomar uno.
Pensé: todavía le dice nuestro café. -Claro, nos vemos en media hora.
Cuando nos vimos, nos dimos un gran abrazo. Llegaron los cafés, el mesero se retiró y pregunta Gibran:
 –Xiomara ¿Recuerdas la primera vez que venimos a este café?
-¡Ay Gibran!, aquel momento es inolvidable, me pediste prestado para pagar la cuenta, espero que esta vez sí la pagues. Los dos reímos.
-Eres como la canción insoportablemente bella.
-Gracias Gibran, tú no, estas más gordito. Volvimos los dos a reír.
-Siempre quise que fueras mi esposa,
-Yo también quería lo mismo, ser tu esposa, no fue así.
-¿Por qué me buscaste Gibran?
-Para decirte que sigues siendo el amor de mi vida.
-Tú también sigues siendo el amor de mi vida. Una luz se encendió en mi corazón, fueron los minutos más maravillosos que había vivido después del nacimiento de mi bebé.
-Sé que estás pasando un momento difícil Xiomara, me enteré que te separaste de Alexander y que no puedes ver a tu hijo, quiero que seas muy honesta conmigo, ¿ya superaste las adicciones?
Mis ojos se humedecieron, respondí: -No Gibran. Ahora es mi turno de preguntar y quiero que seas igual de honesto  ¿Cuál fue la causa para que te fueras de mi lado?
Contestó:- No lo sé-, al mismo tiempo rodaba una lágrima por su mejilla, -lo que sí sé es que te amo.
Nos miramos fijamente a los ojos, pagó la cuenta. Ya no había nada más que decir, se acercó y me besó en la frente. Salimos del café, él camino hacia la derecha y yo cruce la calle.

Ese día entendí muchas cosas, Gibran no se fue de mi lado porque amara a otras mujeres, ni por mi romance con Said, ni por haberlo rechazado, ni por mi adicción, ni porque me haya casado con Alexander; él simplemente tenía miedo a ser criticado por su familia y la nueva sociedad a la que ahora  pertenecía, Xiomara no era la mujer ideal ante la sociedad, pero yo sabía que sí para su corazón. 

Con lo que me quedo es que alguna vez fui buena
                supe querer y amar
                               siempre quise hacer las cosas bien
                                               hoy solo quiero recordar lo bonito.


 



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