Me llamo Bishop, y soy algo así como un geek de casi todo lo relacionado con el comportamiento de las computadoras. Si, se que suena algo presuntuoso, pero es verdad.
Estudié la mitad de la carrera en Sicología de Sistemas Computacionales en
Berkeley. Quizás piensan que una persona como yo puede tenerlo todo, pero se equivocan. Crecí en la ciudad de San Diego y soy hijo de inmigrantes mexicanos. Por cuestiones legales me mantuve siempre en casa, leyendo principalmente libros de ciencia ficción, afición que alegremente heredé de mi padre. Si, mi nombre lo sacó de una vieja película de ciencia ficción. Cosa que mi madre nunca le perdonó, hasta que mi padre tuvo un accidente fatal en su trabajo.
Es a través de los libros de Philip K. Dick, Asimov y Stanislaw Lem que me interesó el comportamiento robótico respecto a su interacción con la gente. Bueno, también debo decir que mi aislamiento y mi incapacidad para relacionarme con mis semejantes me orilló a buscar una salida o una respuesta en la robótica de los libros pero, quería ver que tanto estaba la ficción apegada a la realidad de un joven imberbe. Leí todo lo que tenía que leer y pasaba los exámenes sin necesidad de estudiar. A los quince años un asesor de la escuela vino a la casa para hablar con mi madre y tratar de convencerla de algo que ya sabía. Su hijo es un genio, su talento está siendo desperdiciado, bla, bla, bla…
Pensé que en la universidad las cosas iban a cambiar. Nada más erróneo. Mi enorme capacidad para toda tarea me aisló más y la cara se me empezó a llenar de barros. Veía pasar a las chicas por los corredores y las oía hablar de cosas como …¿y qué tal besa?, vamos a la fiesta de la fraternidad… Me daba tristeza o quizá un poco de coraje que unos tipos musculosos llenos de carnitina tuvieran a raudales, lo que yo ni en un sueño accidental.
Entonces, gracias a una compañera conocí a Lapa, un chico Indio bastante inteligente que se especializaba en robótica avanzada, nos juntamos en la cafetería y hablamos por más de dos horas de lo que más nos apasionaba: el basketball y sobretodo, de robots. Enseguida me habló de su proyecto: el Dominus 1.0, un robot amigable que ayudaría a personas discapacitadas y de tercera edad; en pocas palabras, un robot de compañía. La idea me emocionó. Yo me encargaría de diseñar el sistema operativo, insertándole un programa con un perfil sicológico basado en la sumisión y el servicio. Todo bien.
En realidad, el tan esperado Dominus 1.0 nunca salió al mercado y yo fui el responsable. Me obsesioné tanto con la idea de una mujer que empecé a desarrollar un sistema de placer llamado Couples interface. Al principio fue con fines de placer solamente, pero luego se convirtió en un vicio. Bajo el lema de “conóceme y ámame” , fui grabando mi perfil en el sistema, en realidad inventé un perfil “perfecto” para que el sistema me interpretara como un excelente partido, para que no tuviera otra opción más que aceptarme y amarme. Suena loco, y lo es.
Me robé el diseño del prototipo de Lapa, lo mejoré un 35%, en cuanto a biomecánica y diseño. Tenía acceso al laboratorio de nanobiología, en donde estaban desarrollando una piel sintética con fines curativos. El resultado: Rachael 1.1. Una vez vez más, iniciado lector, sus sospechas son correctas, el nombre lo tomé de otra película de ciencia ficción. En fin. No podía caber en mi de la emoción. Quizás piensen que todo resultó como lo había esperado, que vivimos felices por siempre. Temo decirles que no fue así, como en toda historia de amor verdadera, no como en las películas hollywoodenses, el amor se acabó, o yo acabé con el amor, para decirlo de mejor manera.
Puse tanto énfasis en lo increíble y perfecto de mi perfil que Rachael me miraba como a un Dios, lo se, yo la cree y como tal, así era, pero me sentía abrumado por tanta muestra de amor y devoción fanática, casi enfermiza.
Así que un buen día, reprogramé su sistema. Ya no me sigue a todas partes, ni me consiente cuando estoy cansado, sólo es una hermosa figura que me despide y me recibe con una fría voz de mujer que alguna vez amó. Yo volví a ser el de antes, a leer los viejos libros de CF y las películas que mi padre me heredó. Algunas veces, cuando me siento triste, le instalo el anterior sistema, despierta y me mira con una ternura indecible, dejo que me diga cosas hermosas al oído, que me cante, la llevo al cine y todas esas cosas. Dejo que me ame, hasta que me canso y quiero estar solo otra vez.
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