jueves, 15 de octubre de 2015

Mi corazón

Soy un hombre hecho a sí mismo. Yo fui capaz de ver la oportunidad donde los demás sólo veían un futuro miserable arañando la tierra rojiza y caminando durante horas para mendigar un balde de agua. Yo fui el único que entendió qué necesitaba esta comunidad para prosperar. Por eso todos me respetan. Los que más confianza me ofrecían trabajan para mí, aunque saben que es un trabajo arriesgado. Yo debería ser para estos desagradecidos más que Dios, porque yo me he quedado aquí ocupándome de ellos y protegiéndoles, mientras que Dios se ha olvidado de ellos.
En este pueblucho crecí, jugando al balón a la salida de la escuela. Todos soñábamos con ser grandes estrellas del fútbol. Era nuestra vía de escape hacia Europa. Nos llaman “el continente negro”, pero deberían decir “el agujero negro”. Si naces aquí, ya sabes la vida que te espera. Por eso todos los chiquillos imaginábamos que nos fichaban los grandes clubes y dejábamos atrás esta inmensa nube de polvo rojo que se te pega en los pulmones.
Khalil y yo estábamos seguros de que saldríamos de aquí. Sueños infantiles. Por suerte yo encontré un futuro mejor para todos. Desde el principio él me apoyó y fue mi hombre de confianza. Éramos como hermanos. Cada vez que me acuerdo de él siento una punzada en el corazón. Él sabía a lo que se exponía y que no podía cometer ni un sólo error. Los militares no tienen miramientos. Son sicarios sin escrúpulos ni alma, que no se dan cuenta de que están luchando en el lado equivocado.
Después de aquello, su madre se fue del pueblo. Nunca tuve la ocasión de hablar con ella. Ya han pasado más de dos años y el dolor de haber perdido a mi único amigo de verdad es cada vez más agudo. Cuando paso frente a su casa es aún peor. La punzada es tan fuerte que me hace doblarme de dolor, aunque el chofer tiene la orden de pasar lo más rápido posible.
He ido en aviones privados a todos los extremos del país para visitarlos a los médicos más importantes. Yo no puedo correr el riesgo de ir por carretera. Ninguno da con lo que me pasa. Un iluminado me recomendó, si podía pagarlo, a un especialista extranjero. Claro que tengo dinero para pagar a ese matasanos, pero en cuanto pusiera un pie al otro lado de la frontera se me echarían encima todas las agencias internacionales de seguridad e inteligencia. El último, antes que admitir su incompetencia me ha sugerido que busque consejo entre los antiguos chamanes. ¡Y se hace llamar doctor!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.