En la ladera,
entre tíos y abuelos
ante la mirada expectante y eterna
despertó la arrugada hoja
con el sol como padrino y su madrina la lluvia.
Ocurrió hace un millón de años,
a penas lo recuerda
ahora que los más jóvenes
y algunos más viejos
se hacinan
en la ladera.
La parca se acerca, espesando el viento
con su manto negro de nubes
con su grito grave de trueno
y su certero cetro de rayo.
El viento eriza la piel,
desean abrazarse
desarraigarse para, por primera vez,
sentir el calor vegetal de su familia.
Una estrella luminosa hija del rayo
cae en el centro de la casa y
en su deseo ardiente de
compartir el destino
la familia crepita.
Los
ancianos darán paso a sus nietos:
raíces
nuevas del mismo bosque.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.