miércoles, 21 de octubre de 2015
Dos sueños en uno
He soñado, creo que se parece más a una película que a un sueño propiamente. Hay cuatro sujetos: dos hombres y dos mujeres. Estamos escapando, mejor dicho, tratamos de llegar a un hospital. Uno de los cuatro está herido. Todos creemos que vamos en una ambulancia pero no es así; nos encontramos en un túnel o bajo un puente, no estoy seguro. El herido es Johnny Depp. Se agarra el abdomen, hay sangre, pero no es abundante, así que no es grave. Al menos así me parece. Por fin llega una ambulancia, está ocupada, pero por fortuna lleva dos camillas. Johnny logra subir sin ayuda. Nadie lo acompaña. Más adelante salta del vehículo aun en movimiento. Alguien, según dice, lo quiere matar, otra vez. Nadie le cree pero nadie duda. Luego, aparece un chico con una granada en la mano sin el seguro puesto. Todos nos dispersamos y buscamos ocultarnos tras cualquier cosa. En esos momentos se estaciona un enorme tráiler, lleva una caja cubierta. De la cabina se baja un señor aparentemente gringo. Su cabello y el bigote son rubios. Habla un perfecto español, a lo mejor no es gringo. Nos invita a subir. Es, nos dice, su museo de logros personal. Ahí tiene expuesto todo lo que ha construido con sus manos y las hazañas que ha hecho durante toda su vida. Hay aviones, globos aerostáticos, autos deportivos, en fin, todo lo que cualquiera pudiera desear. Pero lo que llamó mi atención fue una feria y en esa feria estábamos todos, algunos piloteaban un avión, otros controlaban los juegos mecánicos, yo estaba en un globo que se alejaba lentamente del suelo. En aquella imagen hacía buen clima, era un atardecer y la luz dorada y cálida del sol cubría ese sueño dentro del sueño. Sentí miedo, así que bajé de aquel camión y detrás de mi bajó el señor de aspecto gringo, se despidió y arrancó de aquel lugar. Estoy despierto, no se en que momento sucedió, pero tengo mis dudas, creo que sigo soñando ya que mi cama se ha despegado del suelo ¿El sueño será una especie de droga? Miro al rededor, no he dejado la habitación, las cosas, mis cosas siguen aquí, puedo estirar la mano y coger mi suéter verde favorito o calzarme los tenis adidas. No, mejor meto los pies y las manos debajo de la cobija, la que me regaló la abuela, me acomodo en posición de muerto y finjo que no me he dado cuenta que ya desperté del primer sueño, ahora sólo falta despertar del segundo.
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