martes, 6 de octubre de 2015

Mejor no

Cuando voy en el metrobús camino del trabajo me gusta mirar a la gente e imaginar cómo será su vida. Por ejemplo, ese chico que va en bicicleta escuchando música podría ser yo. De hecho, debería ser yo. Siempre que digo que voy a empezar a hacer más ejercicio, me pongo como excusa que no tengo tiempo. Y si lo pienso, cambiar el metrobús por la bici no me quitaría tanto: a la oficina tengo que ir igual. Pero tal vez no sería una buena idea.
Cuando voy en el metrobús me gusta escuchar música o pensar en otras cosas. Si yo fuese ese chico, tal vez iría demasiado distraído. Posiblemente iría pensando en otras cosas, no en el trayecto o en el tráfico. Sé que no sólo me pasa a mí. Cada vez veo a más gente que mira el teléfono mientras cruza la calle o incluso mientras conduce o va en bici por la ciudad. No se dan cuenta de que aunque piensan que están comunicados, en realidad se aíslan del mundo. No ven ni oyen nada.
Podría pasar que dos amigos que se están poniendo de acuerdo por whatsapp para encontrarse se cruzaran y ni siquiera se vieran. Podría pasar incluso que tratando de estar tan comunicados, uno de ellos atropellara al otro con su bicicleta y ninguno de los dos llegara a apartar la vista de su pantalla. Podría pasar que en ese momento también yo estuviera allí con mi bici, distraído por la música y me chocara también con ellos.

Tal vez no sea una buena idea. Será mejo que me limite a seguir imaginándome vidas para los otros desde la ventanilla del metrobús.

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